
Fitodepuracion
Fito-depuración: qué es
Con una planta de fito-depuración es posible tratar casi cualquier tipo de residuo civil e industrial. La técnica consiste en excavar un embalse, impermeabilizarlo y rellenarlo con tierra en la que se plantarán las plantas depuradoras.
Este «depósito» se regará con las aguas residuales que se desean depurar: las aguas de riego, al recorrerlo, estarán sujetas a la acción depuradora conjunta de las raíces y las bacterias y se conducirán aguas abajo del sistema.
Como alternativa, se puede optar por la creación de espejos de agua de flujo superficial, que no son más que pequeños lagos cuya flora, plantada en las orillas y en secciones transversales al flujo de agua, se seleccionará de manera que se obtengan los resultados depuradores requeridos.

Fito-depuración: cómo funciona
El agua depurada así obtenida tendrá las características adecuadas para ser vertida al suelo, en un cuerpo receptor de agua, o reutilizada para el riego o el sistema de descarga de los inodoros de nuestra vivienda.
Además, la instalación de un sistema de fitodepuración implica la creación de una nueva zona húmeda en nuestro territorio y, por lo tanto, un hábitat para especies animales y vegetales que antes no estaban presentes, lo que fomenta la biodiversidad del territorio.
Todo ello con un consumo energético prácticamente nulo, sobre todo si la planta se construye por gravedad, sin necesidad de bombeo. A diferencia de una planta convencional, una planta de fitodepuración reduce en gran medida, hasta cero, las emisiones de CO2, el consumo de materias primas (cemento, hierro, etc.) y de productos químicos.
El ciclo de la fitodepuración
Una planta de fitodepuración se suele instalar después de un tratamiento primario, como un tamizado, un desaceitado, una sedimentación o un tanque Imhoff. Esta fase primaria tiene la función de preparar el agua a tratar para la fitodepuración y permite un proceso estable y eficiente.
Con el sistema de fitodepuración se crea un sistema natural controlado, capaz de eliminar los contaminantes y las sustancias orgánicas presentes en el agua.
Para gestionar este proceso natural es necesario crear lechos impermeabilizados, rellenos con material adecuado para el crecimiento de las plantas. La impermeabilización evita la dispersión de contaminantes y agua en el suelo subyacente.


Las plantas utilizadas estimulan procesos naturales que permiten crear, alrededor de las raíces, las condiciones ideales para el establecimiento de colonias bacterianas que utilizan los contaminantes como alimento.
El material de relleno también tiene una acción depurativa por sí mismo, gracias a las propiedades filtrantes del propio medio (mezclas con grava o guijarros finos).
Las soluciones vegetales se dividen en tres categorías

Sistemas de flujo horizontal
Las cubetas están impermeabilizadas y rellenas de material grava, en el que el efluente se alimenta por debajo de la superficie del lecho.
Tienen un buen rendimiento en términos de eliminación de contaminantes orgánicos (DBO), metales, sólidos en suspensión, fósforo y tensioactivos.

Sistemas de flujo vertical
Las cubetas son similares a las de flujo sumergido horizontal, solo que el efluente se alimenta a través de aspersores, que tienen la función de oxigenar el agua a tratar, aumentando la eliminación de nitrógeno.

Sistemas de flujo libre
Tienen el aspecto de pequeños lagos o estanques, donde las plantas crecen a lo largo de las orillas y en secciones transversales al flujo.
La profundidad es de unos 50 cm y entre sus principales ventajas se encuentran la agradable integración en el entorno y la promoción de la biodiversidad gracias a la creación de una zona húmeda. La eficacia de eliminación es comparable a la de los otros dos sistemas, pero casi siempre debe colocarse aguas abajo de uno de ellos, para evitar la propagación de malos olores debido a la introducción de aguas residuales demasiado contaminadas.